El actual Castillo de la Calahorra se crea por iniciativa del marqués de Zenete, don Rodrigo de Vivar y Mendoza, hijo primogénito del cardenal Mendoza, personaje singular de nuestra historia dotado con una mentalidad y carácter propios de la época renacentista que le tocó vivir. De planta rectangular y con robustas torres cilíndricas en las esquinas cubiertas por pequeñas cúpulas, presenta un patio central y dos plantas de altura, y sobre su puerta de entrada muestra el escudo de la segunda esposa del marqués, donde figuran las armas de la familia Mendoza y flores de lis que lo relacionan con el duque de Medinaceli.
Preciosa ermita en el entorno del cementerio, en cuyo exterior se combina la piedra y el ladrillo tosco, y que cuenta con un gran protagonismo en algunas fiestas populares como las de San Antón. También goza de gran popularidad entre la población como lugar donde se ha venido desarrollando la tradicional "Carrera de las nueve vueltas", realizada con mulos alrededor del edificio. Y además, esta ermita se configura como uno de los centros acreditados para sellar las credenciales del Camino Mozárabe de Santiago que enlaza las ciudades de Almería y Mérida a través de la Ruta de la Plata.
El templo de La calahorra se levanta sobre una planta rectangular, en cuyo cabecero, mediante escalinata suave, se adosa al presbiterio, al que se accede por un gran arco de triunfo. En esta misma nave perpendicularmente al eje principal del templo, se sitúan las capillas laterales. Diseñada por el arquitecto Francisco Antero y construida en 1546, es un edificio de planta rectangular, de una sola nave con cabecero y capillas laterales y coro a los pies. La nave está cubierta con un artesonado mudéjar de típicos dibujos geométricos y estrellados. La torre está coronada por una linterna cubierta con chapitel metálico.